Las pulperías de antaño

Las pulperías de campaña cumplieron en tiempo, quizás sin saberlo sus dueños, una misión útil y progresista, al jalonar heroicamente la ruta de avanzada sobre la inmensidad de la pampa desierta.
La mayoría de ellas se fueron ubicando a la vera d elos principales caminos, o mejor dicho, de las antiguas rastrilladas marcadas por el transitar del indio. Este, en su continuo andar, procuraba la caza de la fauna regional, o trataba de llegarse hasta las tolderías más próximas, en busca de albergue o de cooperación.
A partir del año 1880, cuando se comenzó a alambrar los campos en esta zona rural, esas rastrilladas o huellas fueron totalmente rectificadas. Así pasaron a convertirse en caminos transitados por diligencias, algunos otros carruajes  y por lentas tropas de carretas. Estas últimas abastecían las pulperías y volvían cargadas con los primitivos frutos de la zona rural: lanas, cerdas, plumas y cueros.
Ya antes de la fecha señalada, las referidas carretas acostumbraban cargar a su regreso todos los productos de la variada fauna silvestre acopiados por los dueños de las pulperías. Estos productos, que los indios obtenían en abundancia, eran luego negociados en trueque en esas primitivas casas de comercio.
También servían estas rastrilladas de guía para los reseros, como también para los caminantes que peregrinaban sin rumbo fijo, en procura de algún trabajo que habitualmente escaseaba.
Las pulperías de la zona rural fueron las casas de comercio que abastecían los artículos de primera necesidad a los pobladores de la región, arriesgadamente internados en la pampa desierta y hostil. Suministraban la yerba mate traída del Paraguay; la ginebra importada de Inglaterra; el vino Carlón proveniente de España o de Francia; la harina de trigo importada desde Europa o Chile, aunque solamente hasta el año 1870; galletitas enlatadas y galletas tipo marinera, de la próspera y afamada industria del pueblo de Mercedes.
Surtían además las modestas prendas de vestir, tales como paños importandos para la confección del popular chiripá; telas para camisas y ropa interior; percales para los vestidos femeninos, que se confeccionaban de falda larga y ponchos pampas o de otros tipos tejidos en regiones norteñas, de tanto uso por ser la única prenda de abrigo entonces conocida.
También satisfacían la gran demanda de las prendas que integraban los recados: carona, caronillas y matras tejidas a mano; bastos, encimeras, cojinillos y sobrepuestos; estriberas, lazos y boleadoras; frenos de hierro, riendas, cabezadas, bozales y castros, etc.
Todo un completo surtido de piezas de cuero crudo, sobadas a mano, y adornadas con esmerados tejidos de finos tientos de cuerpo de potro, constituían la mejor expresión del arte casero en esos tiempos.
Para completar, algunas chafalonías de metal y los tan famosos facones con hoja de cuarenta a cincuenta centímetros de largo, de excelente acero, empuñadura de plata y guarnición en forma de "S" alargada. Estos facones servían para múltiples menesteres, pero sobre todo como temibles armas,  por cuanto los gauchos los manejaban con suma destreza y maestría en sus frecuentes alardes de bravura o en sus enconados duelos criollos.
Sin lugar a dudas, también las pulperías se constituyeron en el centro de atracción espiritual para la gente del lugar, que tenía oportunidad de alternar durante las reuniones domingueras y de días festivos. Allí disputaban supremacía en los tablones de la cancha los parejeros de la zona en las infaltables carreras cuadreras, que tanto emocionaban y enardecían a la paisanadas, que sólía apostar hasta el último centavo al caballo de su predilección.
El muy popular y arragaido juego de taba se practicaba hasta ya entrada la noche, bajo la luz de algunos candiles alimentados con sebo. Estas reuniones solían terminar frecuentemente en sangrientas reyertas protagonizadas por los apasionados y los malos perdedores, que actuaban generalmente bajo la influencia de fuertes dosis de alcohol.
Al igual que otros pueblos de la Provincia, también Junín  tuvo sus legendarías pulperías, diseminadas, a la vera de los caminos que atravesaban el partido.
Con rumbo a Bragado y a unas seis leguas de Junín se hallaba la pulpería que fundara don Vicente Ghigliotto allá por el año 1878. Más tarde fue ampliada con anexos de panadería y herrería, cuando comenzaron a colonizarse esos campos: posteriormente allí fue establecida una escuelita primaria.
Con el mismo rumbo y más hacia el S.E. en las cercanías del actual pueblo de Morse, se levantaba la pulpería de don Casimiro Carrica, que por muchos años cumplió con su misión de proveeduría y lugar de esparcimiento en esa alejada zona de Junín.
En dirección sur, sobre el camino a Los Toldos y a unos 12 kilómetros de Junín, se encontraba la pulpería de "Los Toscanos" de Vivarello y Lazzaretti, más adelante se arribaba a las pulperías de Zarlenga, Chodini y Pastorino.
"Los Toscanos" contaba con una sección de herrería y otra de carnicería; fue en su orígen una posta de la galera que hacía el recorrido entre Junín y Los Toldos.
En estas pulperías solían enfrentarse los guapos y malevos de la zona, con el solo objeto de dejar sentado su coraje y habilidad en el manejo del facón y del poncho, utilizado este último para parar los recios golpes tirados por el adversario.
Así fueron pagando con la vida por defender su cimentada fama en episodios de resultados adversos, temibles peleadores como: Bustamante (el sombrero puntudo), Leguizamón (El invencible), Teófilo Lemmer (el francés malo) y otros.
Sobre el camino a Bayauca y Lincoln a unas cinco leguas de Junín, se encuentra el almacén "El Eucalipto" antigua pulpería del mismo nombre que por mucho tiempo perteneció a don Estanislao Gorosito.
Sobre el camino hacia el Cantón morote, existía la conocida pulpería de la viuda de Corro, cuya bella y donosa sobrina Isabelita había llegado a conomover y trastornar a los mozos de la vecindad como también a los soldados de Ataliva Roca que se hallaban acantonados en la estancia "San Francisco" y en el Cantón Morote. Aquí viene a repetirse el histórico caso de la pulpera de Santa Lucía relatado por el poeta Héctor Pedro Blomberg, versos éstos que tiempo más tarde fueron difundidos con tanto sentimiento por el popular cantor de la voz de seda, Ignacio Corsini.
Finalmente terminaré mencionando la pulpería más antigua de nuestro partido, ubicada en las inmediaciones de lo que fue después del año 1879, el campo "La Cruz" poblado con los aborígenes romados prisioneros en la Campaña del Desierto.
Esta pulpería fue fundada por don Manuel Zampayo antes del año 1870 a la vera del camino demarcado en 1832 para unir ente sí Fuerte Federación y Fortín Tiburcio con Fortín de La Teodolina y Fuerte Melincué, estos dos últimos en la provincia de Santa Fe.


(Fuente: Luis Sciutto Ferretto, "Junín en la historia y hombres que lo impulsaron")


1) Facón con S de cabo de guampa y hoja de machete.
2, 4, 7, y 8) Facón daga.
3) Facón de plata con S.
5) Facón caronero de hoja de espada.
6) Cuchillo cabo de madera dura.
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ADHIEREN AL CICLO DE NOTAS 189 AÑOS DE LA FUNDACION DE JUNIN
























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